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"Porque uno está vivo mientras alguien nos recuerda..." 

Contar historias nos hace recordar esos momentos por los que vivimos, inspirándonos a ser mejor cada día. 

 

Aquí encontrarás esas anécdotas que vivimos en la montaña, donde nos descubrimos a nosotros mismos y  a la gran naturaleza. Mientras escalamos, caminamos, paseamos, y reímos.

¡Porque afuera es mejor! 

 

 

#EscalaChi

Nuestro BLOG...

Expedición El Gigante

 

La TEHUE de El Gigante en la Barranca de Candameña. 

Chihuahua, México

Hacía tiempo ya de la última publicación, pues bien por razones externas el tiempo pasó más rápido. Y no hubo momentos para dedicarle a la escritura. Ahora, qué mejor que comentando una noticia excelente, regreso para darle más vida al Blog y seguir platicando un par de aventuras y anécdotas.

 

En semanas pasadas, tuve la oportunidad de conocer a excelentísima persona, a quién se le admira en nuestro Estado  Chihuahua, por el desarrollo que ha logrado en la escalada. Ella es Cecilia Buil Polo mujer con nacionalidad Española, pero con algo mexicano en su interior. Dedicada de tope a la escalada, y no sólo en roca, si no en hielo a su vez, Cecilia lleva más de 15 años en contacto con la roca, escalando. Y todo comenzó en la gran pared de El Gigante. Al igual que para mi, una nueva puerta abierta hacia nuevos horizontes y fronteras a superar. 

 

 

Todo comienza cuando Cecilia decide regresar al país, del que nunca quiso irse. Con intenciones de escalar en las tierras de donde se enamoró de la escalada. Así es como para mi se presenta la gran oportunidad de poder escalar una de las paredes de mayor carácter en nuestro Estado tan enorme, Chihuahua. La famosa ya, pared de El Gigante.

 

La peña de El Gigante, se encuentra ubicada en la Barranca de Candameña, en el municipio de Ocampo. Este lugar tan envuelto de paisajes imponentes y admirables; es una de las grandes joyas que nuestro Chihuahua ofrece. La pared se considera como la más vertical en todo el territorio Mexicano, haciéndola la más alta, con 900 metros de altura (aproximadamente). 

El Gigante, es un monumento icónico para cualquier escalador y más aún siendo de Chihuahua. Es como una de las metas más grandes a las que se puede aspirar como escalador local. 

 

Ahora situándome un poco en mi experiencia personal, es como si de pronto pasará un tren con esta extraordinaria oportunidad, y lo que había que hacerse era comprar el boleto e irse, no sin antes preparar la maleta completa.  

Es así como la expedición comienza a tomar forma, empezamos con la logística de viaje y a recolectar todo el equipo necesario para poder lograr el ascenso.

 

Así es como la Comunidad Escaladora de Chihuahua, se pone las pilas también y se convierte la expedición en un trabajo colaborativo. Los de la vieja escuela, nos ayudan consiguiendo equipo necesario para poder subir, mientras que los nuevos escaladores nos motivan con sus buenos comentarios positivos y con las porras. "Es algo de lo que estoy totalmente agradecida con ustedes (refiriéndose a la comunidad de escaladores), algo que en los años pasados nos hizo falta." Comenta Cecilia momentos antes de su partida a España. 

 

Al completar todos los deberes de la ciudad, es momento de comenzar con los preparativos y la logística en Basaseachic, se emprende el camino y comienza la aventura el sábado 27 de septiembre. Al llegar a Basaseachic es hora de contactar a Don Rafa, un guía local de Las Estrellas, quien ha facilitado muchas veces los trayectos y veredas de La Sierra, él mejor que nadie conoce todos esos cañones y caminos. Los que nos llevarían a la base de la pared, o bien a un punto donde analizaríamos la posible línea para subir. Al encontrarlo y platicar con Don Rafa, nos recomienda con otras personas que también conocen el lugar, pues bien él tenía asuntos familiares que resolver. Es así como conocemos a Valentín Grijalva, también conocido como "El gordo." Él y Daniel, su compañero fiel, ambos de Cajurichi; son quienes nos ayudan como guías y porteadores para la expedición. 

 

 

El primer fin de semana paso rápido, conseguir a las personas, organizar el material y ver qué más hacía falta se volvieron tareas de todo el día. Y pues bien también comenzar a idear el plan de ataque: diez días de escalada en la pared, más dos días de traslados y una buena coordinación para lograr comunicarnos por radio. A grosso modo eso era lo que habíamos planeado. 

 

Para mí, el fin de semana se alargó al máximo, regresando el lunes en la madrugada para llegar a trabajar temprano y durante la semana, mientras Cecilia y Oscar se quedaron en Basaseachic para hacer un primer viaje a la base. Ellos se encargarían de llevar los 'marranos o petates' hasta la parte baja del cañón para poder facilitar el traslado para cuando llegara, pues bien mi tiempo de vacaciones era solo para los días para la pared. 

 

 

Durante la semana del 30 de septiembre al 4 de octubre, tanto Cecilia y Oscar, como yo. Nos encontrábamos realizando pendientes o tareas para poder llevar con éxito la expedición. En la ciudad, había que conseguir unas cosas faltantes de equipo de escalada, un repuesto de estufa y por último un fly para la hamaca, que gracias a Fundas y Lonas y Carpas DEKO pudimos tener uno a tiempo; cosa que nos salvó de cancelar la expedición. Mientras que en Basaseachic, había que trasladar equipo a la base de la pared, y de ser posible encontrar una posible línea, o un buen acceso a la pared sin que nos quitara mucho tiempo. Los días pasaron, y afortunadamente se pudo conseguir la mayor parte del equipo faltante, se logró fabricar el fly, mientras que Cecilia y Oscar, lograron contactar al equipo de transporte y pudieron llevar los marranos a la base. Cosa que facilitó muchísimo la segunda caminata a la base del imponente Gigante. 

 

 

 

Es momento de partir, llega el día sábado 5 de octubre y antes del mediodía me encontraba ya en carretera para juntarme con Cecilia y Oscar en Basaseachic. Llegando ya en la tarde noche a las cabañas, me cuentan lo que han logrado hacer durante esa semana, mientras que yo les mostraba el equipo que había conseguido en Chihuahua. Al día siguiente, el domingo, había que conseguir a Valentín, quien se encargaría de guiarnos para entrar por el camino a Piedra Volada y poder llegar más rápido a la base. Puesto que el primer camino que usaron Oscar y Cecilia para llegar la primera vez, había sido demasiado pesado; faldeando un cerro y caminando entre cenizas y polvo del incendio de Mayo, de este mismo año. Con eso les llevó más de 5 horas en poder acceder cerca de donde está la pared, una vereda muy complicada y caminos poco transitados. Había que entrar a la base por otro camino, ese no serviría. Valentín estaba dispuesto y listo al día siguiente, lunes, para acompañarnos. Él conocía bien la otra vereda que había que seguir. Y emprendemos el camino, muy temprano el día lunes, empezamos a caminar. 

 

 

 

La caminata en La Sierra es algo sensacional, cambiar de vegetaciones conforme avanzas en la Barranca es algo que se nota claramente. Y a su vez, fue un camino un tanto cerrado por hierbas y plantas altas, haciéndolo más interesante. Pasando por partes poco expuestas y peligrosas, después de caminar 3 horas logramos llegar al río de Cajurichi, en donde de ahí solo faltaba una caminata de 20min hacia el collado, la parte alta de la base de El Gigante. De ahí sería donde empezaríamos la ruta. 

 

 

 

Al llegar a donde haríamos campamento base, Valentín y Daniel emprenden camino de regreso, cosa que les llevaría poco tiempo con la experiencia de caminar en veredas que tienen. Así Cecilia, Oscar y yo nos quedaríamos en el cañón mientras fijábamos cuerdas los primeros metros. Durante lo que quedó de luz del lunes, analizamos un poco la pared y planeamos la línea que seguiríamos desde la base, en donde se podía observar más claro los primeros 300 metros de pared. 

 

 

 

El martes amaneció temprano, desayunamos en el campamento y emprendimos camino a la base, nuestra misión era fijar lo que más pudiéramos avanzar en la pared. Es así como empezamos a subir. Al iniciar nos percatamos de que la antigua vía de 'Yawira Batu', que era por donde empezaríamos, ya estaba pisoteada de nuevo, en esta ocasión había ya 3 parabolts en la ruta, antes de la primer reunión. Fue algo que nos sorprendió y a su vez nos dio coraje que estuvieran puestos ahí, pues bien las protecciones que hay son bastante buenas, estando la placa enseguida de una fisura muy buena. Sin más que agüitarse, comenzamos a subir. El primer largo me toco a mi, una roca muy solida, pero con muchos bloques sueltos. Una calidad de escalada que desde el primer largo te emociona. Se avanzaron poco más de 40 metros, pasándome de la primer reunión y fijando cuerdas en una fisura, sube Cecilia. A quién le toca escalar el segundo y tercer largo. Ella sube, al rededor de 60 metros más, fijando cuerdas en la tercera reunión. Ahora me toca a mi jummarear, que es cuando subes con los ascender's por la cuerda fija, y así llegó con Cecilia a la tercera reunión. 

 

El cuarto largo pintaba fácil, una fisura algo positiva y un slab con agarres de regletas. Así empiezo a escalar para fijar 50 metros más de cuerda. Al poco tiempo de ir progresando, me doy cuenta que ese fácil que creíamos que era, cambia. La cosa se pone algo expuesta y es cuando hay que enfocarse y concentrarse lo más posible para no caer. Así logró salir de un slab pronunciado con un paso expuesto y de miedo, para luego encontrarme con una fisura ciega, sin poder poner protección. Porfin, 2 metros arriba encuentro una pequeña fisura donde me permite colocar una protección, para luego 4 metros más arriba poder poner una 'antibomba' así me da la seguridad de seguir progresando. Este largo fue algo diferente, pues bien era una travesía a la izquierda, para luego regresar después de pasar el slab. Luego de momentos tensos y una escalada técnica logramos colocar lo que sería la reunión 4. Ese fue nuestro día en la pared; logrando fijar 145 metros de cuerda en lo que sería una nueva ruta en El Gigante. Ahora lo que faltaba era subir los petates hasta ese lugar que sería donde pasaríamos el primer vivac. 

 

 

 

Llega el día miércoles, y ahora le toca a Oscar participar también. Después de un buen desayuno y recoger campamento, regresamos a la pared. Oscar y yo empezamos a subir, es momento de subir los pesados marranos. En la base Cecilia acomodando el material restante en los marranos. Llegamos a la primer reunión y empezamos a subir el equipo. El 'petatear o marranear'  que es cuando subimos estas enormes maletas, con un peso aprox. de 45~55kg cada una, es una actividad que consume mucho mucho tiempo y a su vez si no se hace correctamente es muy probable que te agote o que puedas lastimarte. Consiste en poner una polea en la reunión y con el peso de nuestro cuerpo vamos ayudando a subir por la pared al marrano. Se puede considerar que tu bajas y el petate sube. Entonces hay que, como quien dice, subir la pared escalando/jummareando para luego volver a bajar para que el petate suba y luego volver a subir. Se vuelve algo muy muy pesado y más cuando el terreno es algo positivo y se atora mucho con la roca. 

 

Subir los dos petates de hasta unos 90-100kg, entre los dos marranos y la hamaca, nos llevó todo el día miércoles, y para cuando quisimos subir a la pared para pasar la noche, nos dimos cuenta de que ya era tarde. Y es cuando también nos damos cuenta de que habría que madrugar si queríamos aprovechar los días completos. Por ahora no quedaba más que ir de regreso al campamento base y descansar. 

 

 

 

 

Jueves (10Oct) es temprano por la mañana, ya desayunados y listos para empezar la caminata, aprovechando y saliendo a buena hora: Oscar, Cecilia y yo nos adentramos en la base de la pared, para comenzar el ascenso. Aquí Oscar solo acompañaría hasta la base, para luego regresar él hasta las cabañas. Mientras que Cecilia y yo nos adentraríamos a la pared. Durante la mañana logramos poner campamento, que lo pusimos en la 4º reunión. Mientras aprovechamos la luz del día, Cecilia se encarga de fijar el 5º largo. Un largo algo técnico, y con terreno bastante sucio. Le toca hacerla de "jardinero" mientras continúa subiendo entre arbustos, ramas, roca suelta, y hierba. Luego de unas cuantas horas de progreso logramos fijar un largo más para antes de dormir. Y es a su regreso cuando la luz comienza a desaparecer, entrando la oscuridad de la noche con algo de aire y fresco. Esa noche logramos conseguir dormir, aunque siendo sincero con algo de frío, pues bien era un problema sacar los bajo-sleeping debido a que estaban bastante atorados con los botes de agua y muy al fondo de los marranos. Entonces dormimos sin nada y es cuando verdaderamente uno se da cuenta de que existen corrientes de aire, que circulan por abajo. Ventiscas que hacen que la hamaca se vuelva fría. Así que lección aprendida, habría que sacar los bajo-sleeping para poder dormir cómodos. 

 

 

Para el Viernes, nos despierta una agradable mañana, y que mejor que con música del buen Bob Marley. Mientras preparábamos un café y el desayuno, ambos nos encontrábamos contentísimos de estar ya en pared, emprendiendo un nuevo camino y esperando puras cosas positivas de la ruta. Durante el domingo, logramos llegar a la reunión del 5º largo y de ahí me toca fijar otro largo más, algo que se veía bastante bueno, pues es una grieta que sale a un lado de un pequeño techo. La fisura de muy buena calidad al inicio, luego cierra un poco, haciendo más difícil la protegida. Más sin embargo pasando el techo el largo tumba un poco, sin ser precisamente vertical, más si con una pendiente muy poco a favor. Luego de un rato de escalar, logramos abrir el 6º largo de la ruta. Un largo alto (50mts), con buenas protecciones. Así Cecilia con cuerdas fijas ya en la reunión No.6 alcanza la misma altura, y comienza a subir un largo más, que sería el 7º largo.  Hasta ahí fijaríamos, pues habíamos terminado ya con las cuerdas disponibles, regresando a dormir en el primer campamento (R3) terminamos con el segundo día colgados.

 

Así pues teniendo alrededor de 115 mts fijos comenzamos con la gran misión de mover el campamento para arriba. Como siempre después de un buen café, dos sobres de avena y una muy buena música del Bob, empezamos a guardar equipo y a alistar. El sábado, logramos subir campamento hasta la reunión 7º a 260 mts de donde habíamos iniciado. Más otros 200 metros hasta el río de Candameña. Un total hasta la base de El Gigante de cómo 460 metros, nos encontrábamos casi casi que a la mitad, poco más abajo. Ese día fue bastante pesado, hubo que petatear mucho y en terreno algo complicado, porque la primer parte de El Gigante, es algo positivo y suele tener más bloques en los que se atora el marrano. Nos lleva casi todo el día poder subir los marranos, así que el sábado se nos fue haciendo mudanza. Pero para en la noche nos encontrábamos ya cómodamente sobre la hamaca, disfrutando de una buena música y algo de cena. Durante la tercer noche, mientras dormíamos en la 7º reunión, escuche una piedra que cayó muy cerca de nuestra hamaca, causando que me despertara el sonido. Un poco preocupado por el incidente, preferí no hacerle mucha atención, y quedarme tranquilo pensando que era normal que cayeran piedras. En la mañana siguiente, domingo, comente a Cecilia de lo que había escuchado y me comento que era normal que cayeran piedras, igual había caído muy lejos; sin que nos afectara. Y así quedo, y comencé a subir en lo que sería el 8º largo. Mientras Cecilia estaba en la hamaca, y cuando yo escalaba me di cuenta de que empezaban a caer piedras de arriba de nuevo, en dirección a donde estaba la hamaca. En ese momento grite "¡Piedraa!" Y Cecilia asustada alcanzó a reaccionar y darse cuenta de que realmente estábamos en zona de peligro en ese campamento. Tanto así que decidimos llamarle: "El Vivac de la Muete." Luego de que pasara eso, en cuanto llegue a la reunión del 8º largo movimos el campamento un largo más arriba, refugiándonos más aún de cualquier cosa que cayera de la pared. 

 

Para ese mismo día; domingo (13Oct), el clima cambia. Como Cecilia había dicho el día anterior, "Esas nubes parecen de un frente." Y sí, después de pasar toda la semana soleada, el domingo se cierra y empiezan a caer unas ligeras lluvias, o mejor dicho chispeada. Cosa que no nos dejó salir mucho de la hamaca, haciéndonos que la escalada se retrasara. Entonces ahí empezamos el debate: ¿Seguir escalando o esperar? Luego de estar esperando más de 4hrs, encontramos una ventana de cero lluvia. En donde Cecilia decide escalar en busca del sistema de fisuras, que anteriormente habían visto en uno de sus ascensos, en el espolón de la pared. Luego de una media hora y unos cuantos pasos en artificial empieza a chispear, pero decidimos seguir. Y es cuando Cecilia logra hacer una travesía de 10-15 metros y colocarlos en donde empezaría la gloria de la pared. Después del 9º largo se encuentra el sistema de fisuras más bonito de El Gigante. Con techos, y desplomes que se forman entre las grietas que surcan el camino a la cima; una fisura súper sólida, de todos tamaños. 

 

 

 

 

Con poca luz y con el clima en nuestra contra, regresamos a nuestro campamento: la hamaca. Y es ahí cuando las cosas empeoran: la lluvia. 

El domingo en la noche comienza a llover ya de manera continua, afortunadamente ya estando nosotros dentro de la carpa y con algunas cosas guardadas. Aunque con la preocupación de que el taladro había quedado en la reunión 9, solo con un pequeño cobertor. 

 

 

 

Durante los siguientes días, el clima no pareció mejorar en nada, lo que fue el lunes pasó todo el día lloviendo, y nosotros en la pared colgados, entre nubes, agua y mucha niebla. No había nada que hacer más que descansar y comer. El primer día encerrados no nos aburrió; como veníamos algo cansado de los primeros días. Así que el lunes se fue en descanso, comer y en estar admirando el paisaje cambiante que teníamos como patio, claro con un poco de música de fondo; la cual nos levantaba el ánimo. Continuó la lluvia toda la noche, y para el martes el clima seguía peor. Se veía aún más cerrado el cielo durante la mañana, y había mucha más agua de la que nos imaginábamos. 

 

 

 

El martes no sabíamos hasta cuando pararía la lluvia, era algo que ponía a prueba nuestra paciencia. Durante lo que sería el tercer día de estar encerrado en la hamaca, la pasamos intentando reducir humedad y/o goteras que el cobertor tenía. Fue lo que nos entretuvo durante casi todo el día, una gotera en medio que no podíamos parar. Hasta que finalmente optamos por salir un poco y amarrar por fuera para poder reducir la cantidad de agua que entraba. Luego de arreglar la gotera, batallamos para que el tiempo pasara rápido, hasta jugamos un poco de ahorcado para encontrar algo que hacer. Y nos acostamos pidiéndole a Tlaloc que nos dejara en santa paz para poder continuar con nuestro ascenso. 

 

 

 

Para nuestra sorpresa, el miércoles amaneció despejado, la tormenta había pasado ya. Y el cielo estaba despejado, aunque con una que otra nube. Sin embargo había mucha agua escurriendo por todas partes, cientos de pequeñas cascadas por todos los acantilados.

 

 

 

Afortunadamente era cuestión de tiempo para comenzar con la escalada, solo había que esperar a que no hubiera mucha agua escurriendo por la pared para poder continuar con el ascenso. Durante la mañana del miércoles, observamos que no fueran a venir más nubes, y al darnos cuenta de que ya estaba todo despejado comenzamos con la escalada. Volvimos a la 9º reunión donde habíamos fijado cuerdas el domingo. De ahí empezaba un sistema de fisuras muy marcado. Y comienza Cecilia a puntear, así después de escalar por grietas bastante sólidas, llegamos a lo que sería la 10º reunión. Para esto, antes de subir lo que sería el noveno largo, observamos que algunas placas, incluyendo la 9º reunión, ya estaban equipadas en la pared. ¿Quizá una vía en deportiva? ¿O bien solamente unas reuniones? Era algo que no sabíamos pero que nos molestó, el hecho de ver muchas placas/chapas mal colocadas, en lugares que no tenían ninguna explicación, o mejor dicho placas desperdiciadas. Y es cuando comentamos mucho la ética de la Gran Pared, que no es más que dejar las mismas aventuras que estás viviendo tú, a generaciones futuras. Sin negarles o quitarles la aventura, el miedo y el esfuerzo que involucra el ascenso de una vía de esa magnitud. 

 

 

 

 

Continuamos con el ascenso a la pared, y logramos avanzar dos largos y medio más el día miércoles. Fijamos un 9º largo de 50 mts de alto. Muy transitable en libre todo el largo, y después viene un largo de artificial, el 10º largo sería una pequeña travesía, brincando un offwidth algo peligroso por la roca suelta. Aquí fijaríamos cuerda también, dejando con esto 110 mts más en la ruta. El miércoles paso rápido, despertando un poco tarde debido a la lluvia, y sin más que hacer regresamos al campamento.  No sin antes hacer una pequeña pausa en una de las reuniones para sacar un video cantando las mañanitas a mi madre, pues bien el 16 de octubre es su cumpleaños, así que bien merecidas. Cosa que al regresar le causó conmoción y alegría. 

 

El jueves (17 Oct), decidimos hacer uso del despertador para levantarnos más temprano del amanecer, había que aprovechar la luz de buena manera y no desayunando. Así cuando empezara a clarear ya habríamos desayunado y estaríamos listos para empezar a empacar, pues bien íbamos ¡pa'rriba! Ese día para antes de las 8, ya nos encontrábamos con el equipo listo, y apunto de empezar a escalar. Empezamos a subir hasta la 11º reunión, donde habíamos fijado un día anterior. Subir los petates hasta aquí no fue tan complicado, pues bien la pared es totalmente vertical, o mejor dicho casi desplomada. Así que en poco tiempo ya nos encontrábamos ambos en reunión con todo el equipo listo para continuar el ascenso. Durante el jueves, aprovechamos al máximo la luz del día y logramos fijar dos largos más.

 

Lo que sería el 12º largo, corresponde a una fisura de entre el #1 y el #4, para los no escaladores, unas fisuras como del ancho de 3 dedos, hasta poco más anchas que un puño. Las protecciones son muy seguras, aunque en ocasiones hay que tener precaución con los filos, que pudieran dañar la cuerda. Es un largo que presenta pequeños techos, y pendientes de desplome poco marcadas, pero lo suficiente para sentir que vas desplomado. Bastante divertido, y con la exposición del enorme patio que tienes a espaldas. 

 

 

El largo 13º es algo del mismo estilo, quizá con pendiente un poco más positiva y con pequeñas repisas que ayudan con el ascenso. Y al final en la reunión de este largo se encuentra una repisa pequeña que facilita tener el equipo ordenado. Aquí aprovechamos para también hacer vivac (pasar la noche). Este fue el campamento más expuesto, pues se encontraba en la arista del espolón, con un patio enorme y con más de 600 mts al piso. Disfrutamos mucho de estar en ese lugar, pues contenía una magia espectacular, con la vista que teníamos, el sonido del cañón y con poco viento. También con la comodidad de tener los marranos a nuestro lado, haciendo más fácil sacar o guardar cosas, y pues con doble ración de cena, ya que solo habría que guardar una cena más si hacía falta. Y sin olvidar de que según lo que alcanzábamos a ver, nos faltaban escasos 100~130 mts de pared, pensando que el día viernes sería nuestro último día. Así que iba a ser nuestra última noche en la pared, después de pasar la novena noche colgados.

 

 

 

 

 

El viernes hicimos lo mismo con el despertador, aprovechamos para despertarnos antes del amanecer, como a las 5:20AM. Así la luz empezaría justo cuando terminaríamos de desayunar. Alistamos todo el campamento y nos preparamos para continuar con el ascenso, con más pilas que nunca, pues bien ese día contemplábamos salir. Empecé por puntear el 14º largo, un largo similar a los anteriores (12º y 13º), con grieta bastante sólida. Aunque antes de la reunión tiene un paso poco expuesto, hacia un parabolt. Para luego poder seguir escalando a la reunión. Este largo no fue tan complicado, y el subir los petates tampoco, pues la reunión se encontraba por fuera de donde estaba la reunión anterior. 

 

 

 

 

Después de estar ambos en la reunión 14º, Cecilia emprende para abrir el siguiente largo, otro largo más en artificial con una grieta delgada, pero bastante marcada. 

Lo que sería el largo 15º y el largo 11º, se convertirían como en el crux de la ruta. Uno con A2/A3 y el otro con A3, respectivamente. En este largo Cecilia es donde toma uno de los vuelos de la ruta, al estar subiendo y progresando por la fisura. Mientras se encontraba colocando una protección para progresar, ¡PUM! el allien falla y sale de la fisura, causando un vuelo como de 7 metros de caída. Todo pasa rapidísimo, en cuanto menos lo pensaba ya estaba Cecilia colgando de la cuerda. Menudo susto que se ha de haber llevado, pero fue la mejor parte en la que pudo haberse caído. Debido a la verticalidad de la pared, el vuelo fue totalmente limpio, sin ningún golpe fuerte y solo quedando colgada de la cuerda. Y para nuestra impresión el vuelo lo había soportado un fisurero muy muy delgado. (Como dos monedas de .50¢ de las plateadas, pegadas y unidas con un cable.) Aquí es cuando aprendí a confiar más en los fisureros pequeños y a darme cuenta de que realmente el equipo está diseñado con esos fines, el de volar. Después de la caída Cecilia continuó con el ascenso hasta llegar a la reunión 15º. En donde según nosotros, por lo que alcanzábamos a ver faltarían a lo mucho 2 largos más. 

 

 

Con todas las ganas, recuperamos marranos y empecé con lo que sería el largo 16º. Un tramo muy divertido, ya con finta de que estas saliendo de la pared de El Gigante, es decir; la roca con más agujeros, con una verticalidad muy marcada, y de buena calidad aunque un que otro bloque suelto. Este largo fue bastante divertido, con un tramo en artificial (A2), y casi todo lo demás en libre. Al llegar a la reunión 16º empecé a cobrar cuerdas y recuperar el marrano. Para antes de las 3PM, ya teníamos todo en reunión listos para empezar el largo 17º, el que considerábamos como el último, porque veíamos ya árboles, según nosotros sería el final de la pared. Cecilia comienza a subir el largo 17º, un largo que pintaba para ser escalado en libre, aunque con pocas partes de técnica. Durante este largo Cecilia progresa, y llega a colocar una reunión en la arista del espolón. Aquí es en donde también nos separamos de la línea que veníamos siguiendo con anterioridad (largos: 10º,11º,12º,13º,14º,15º,16º), Entonces hubo que poner una reunión nueva. Luego para empezar a subir los petates batallamos un poco, porque la ruta tenía partes de techos y panzas. Cosa que causaba mucha fricción con la cuerda y los petates. Minutos antes del atardecer, Cecilia fija las cuerdas, y entre ambos empezamos a subir los marranos. Dándonos carrilla para salir, y gritando como locos, intentábamos conseguir a Oscar. El radio con el que contábamos, ya había agotado sus baterías. Por lo que la única comunicación era gritando. 

 

 

Al estar ya con todo el equipo en la reunión 17º, se nos hace de noche. La luz se va y no nos queda nada más que la luz de la frontal (headlamp) y espera a que llegara la luna, aunque sería hasta después de la media noche. Por ahora me tocaba salir a buscar un buen árbol para fijar cuerda y sacar todo el equipo para salir caminando. Así que allá voy, empiezo a subir por puro terreno descompuesto, entre bloques, tierra, arbustos y un que otro árbol. Cuando por fin llegó a un buen árbol, me doy cuenta de que estaba algo quemado; el incendio de Mayo de este mismo año (2013) había dejado rastros, con puras plantas quemadas en toda la pared, y pues también por donde salíamos. Luego de seguir buscando, ¡Oh sorpresa! me topo con una pared más. ¡Aún no salíamos! Quedaban pendientes unos 70~80 metros más. En ese momento lo que quería ya era buscar un buen lugar para poder colocar la hamaca. Entonces regrese al árbol más grande que había observado, y pues a confiar de él. A pesar de que se veía algo quemado estaba lo suficiente grande. Entonces subió Cecilia también para analizar y decidimos poner la hamaca de ese mismo árbol.

 

Ya teníamos el anclaje ahora era subir los marranos, cosa que nos llevo más de 2hrs, debido a que estaba muy positiva la pendiente y arrastraban mucho. Hubo que sacar unas cosas y transportarlas solas para economizar el esfuerzo. Luego de estar acomodando y caminando entre terreno muy resbaloso, pudimos lograr poner la hamaca. Por fin, para la noche del viernes o mejor dicho la madrugada del sábado, preparábamos cena como a la 1AM. Muy muy cansados luego de dar el máximo el viernes pensando que saldríamos, esa noche caímos muertos en la hamaca. 

 

 

 

El sábado (19Oct), despertamos a buena hora, no quisimos poner despertador para poder descansar, más la luz del amanecer nos despertó. Para las 8AM, ya nos encontrábamos calentando el agua para el café y el desayuno. A las 10AM, ya habíamos recogido el campamento y listos para empezar a escalar. Ahora me tocaba a mi abrir el siguiente largo, un terreno bastante sucio, y con piedras sueltas. Algo parecido a lo que se ve en la foto de la hamaca y el árbol. Este largo me costó bastante empezarlo, porque no había roca suficientemente sólida para agarrarse y progresar, así que fue un progreso algo lento. Así que luego de casi 4~5 hrs de estar escalando logré llegar a lo que sería la penúltima reunión, la 19º. Aquí antes de fijar parabolts y chapas para la reunión, me di cuenta de que había ya una reunión ahí, justo en la repisa de salida. Ahí fue donde nos dimos cuenta que habíamos salido de la ruta y habíamos abierto otro camino diferente; en lugar de irnos por la derecha, nosotros cruzamos a la izquierda, dándole la vuelta al espolón y luego volvimos a incorporarnos a la pared para salir.

 

 

Aquí volvimos a batallar bastante para subir los petates a la reunión 19º, pues había muchos arbustos en los que se atoraba, pero finalmente lo hicimos. Ahora era el turno de Cecilia, escalar el último largo, lleno de agujeros pequeños, monodedos y bidedos. Un largo bastante técnico. Así que también Cecilia se tomó su tiempo. Para este momento, ya estábamos grite y grite para que Oscar pudiera escucharnos. Luego de que Cecilia llegó a la cima, alcanzó a ver uno de los porteadores que acompañaban a Oscar. ¡Valentin! gritó Cecilia, y con alegría Valentín nos gritó de vuelta. Estábamos ya a escasos 30 metros de salir caminando, solo hacía falta subir petates a donde se encontraba Cecilia y de ahí subir unos 30 metros más entre bloques sueltos, ramas y árboles. 

 

 

Aquí alcancé yo a Cecilia en la reunión y ella salió primero entre los bloques. Con eso pusieron una cuerda en unos árboles, y entre Oscar, Valentin y Daniel jalaron los marranos fuera de la pared. Y así salí yo al último cargando el material restante que se quedó en la última reunión, logrando salir como a las 7:00PM. Con esto concluíamos una expedición de la pared más alta de México, con la sonrisa más grande que podíamos tener, y a pesar de haber dormido poco, teníamos mucha alegría de haber salido y estar pisando tierra firme luego de no haber caminado por más de 10 días.

 

Al principio se siente extraño dar pasos firmes, y se pierde el equilibrio fácilmente, pero en pocos minutos vuelves a agarrar la onda, aunque con movimientos medio extraños. 

Al salir de la pared, hicimos una caminata de alrededor de 1:30 hrs, para llegar a donde Valentín había dejado la camioneta 4X4. Así que entre Daniel, Valentín, Oscar, Cecilia y yo cargamos todo el equipo de regreso. Llegando cenamos algo, unos sandwiches que tenían de la noche anterior. Y emprendimos camino de regreso a las cabañas. Otro trayecto más, de 2 horas de recorrido. Finalmente la expedición terminó a la 1 AM del domingo, al llegar a la cabaña y poder dormir tranquilamente en una cama. 

 

Así pues se concluye una meta, más nacen nuevas. ¡Es hora de buscar el siguiente reto!

 

Me gustaría agradecer primero que nada a ese Dios, quién se encargó de formar y crear magníficos lugares como estos, de los cuales disfrutamos día con día. En segundo a mis padres, por brindar un apoyo total e incondicional a todo lo que he realizado hasta el momento, sin ellos no hubiera sido posible. A Cecilia Buil, por la invitación de subir y la enorme confianza depositada en mi persona. A Oscar Cisneros, su buena vibra, motivación y ánimos lograron que la pared fuera más disfrutable, también sin la logística de transporte no hubiéramos sabido que hacer. A Valentín y Daniel, quienes se encargaron de transportar el equipo y el agua hacia la base, sin ellos hubiera sido mucho más complicado todo. A Don Rafa, por la atención que nos puso, así como su cariño que nos demuestra. A los escaladores: Luis Vargas (Mormón), Carlos Flores (Ruso), Sharin Armendariz, Rodrigo Castro (Gajo), Raul Marquez, Isaac Ramirez, Javier García(Javo), Ariel Patena (Primo), Jose Antonio Enríquez, Manuel Villalobos y Carlos García. Por habernos facilitado algo de equipo para la pared. A Luis Soto (Cocol) por la gran ayuda para conseguir el toldo para la carpa, sin eso no hubiéramos podido subir. Y pues también a toda aquella gente que de alguna u otra forma estuvo al pendiente mientras logramos el ascenso, como lo fueron mis tíos: Francisco Almada y America García. Algunos escaladores: Kike, Gaby, Aro, Brenda, Denis, Ederinho, Aleja, Vero, Alex, Menny, y los que me falten. ¡Gracias miles! 

  ¡¡De verdad, MUCHAS GRACIAS banda!!

 

 

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